El Lenguaje del Corazón
Se venía hablando hacía tiempo del posible cierre de la
misión de Fô-Bouré. Jesús Mari volvía a España y no había quien acompañara a
José Andrés que allí quedaba.
No sé ni cómo ni por qué, un lunes, que era el día que
bajaba desde Anguiano - en donde estaba de cura - a Logroño a pasar el día, fui
a la Delegación
de Misiones. Con miedo y un nudo en la garganta le dije al delegado que si
servía para ello estaba dispuesto a irme a las misiones. Me dijo que hablara
con el obispo, y el obispo aceptó mi propuesta y me dijo que comenzara mi
preparación. Durante unos meses alguna clase de francés; luego a París durante
mes y medio.
Y ¡qué suerte! Todo olía a África en donde me alojé y,
más en concreto, se sentía con intensidad la vida de mi nuevo destino. Encontré
allí a muchos misioneros de la
Sociedad de Misiones Africanas que habían vivido en Benin:
unos ya mayores gozando de un merecido descanso, otros de paso, y hasta conocí
a dos recién nombrados obispos. Todos me animaban y me contaban multitud de
historias y anécdotas que luego pude comprobar y vivir personalmente. Paseé
mucho con un antiguo padre espiritual del seminario menor de Djimé en la
diócesis de Abomey. Con él aprendí francés y cultura y espiritualidad beninesa.
Lo que sí vi en ellos fue mucha alegría y que eran muy felices precisamente por
haber estado en África, y por su trabajo
misionero. Al acabar el curso de francés, vuelta a casa para preparar las maletas y ya rumbo a Fô-Bouré.
0 comentarios:
Publicar un comentario