26 de septiembre de 2012
Tener durante
unos días dos obispos y siete curas en la Misión es un lujo y una suerte. Los misioneros
han preparado la visita con todo detalle: hay que visitar el mayor número de
pueblos posible y no olvidar las visitas institucionales. A éstas vamos todos; a las comunidades nos
dividimos en dos grupos. ¡Qué gozada ver a la gente contenta! ¡Cuánta alegría
se refleja también en nuestros rostros!
Hoy hemos
celebrado la eucaristía en Kokabo y en Siki. Las dos capillas han tenido que
ser alargadas y ensanchadas para dar cabida a los numerosos cristianos que
forman parte de estas comunidades; nos han recibido con cantos y danzas; dentro
de las iglesias el calor propio de este tiempo se ha aliado con el humano de
los cientos de personas que las llenaban. Y hemos sentido también el calor
espiritual que se desprende del seguimiento de Jesús. Estas reuniones afianzan
la fe y la pertenencia a la
Iglesia.
Y para
terminar esta calurosa y emocionante jornada, los jóvenes de Fô-Bouré nos han
deleitado con una pequeña representación teatral manifestando en ella la
eficacia de la oración en la vida de las personas que confían en Dios y, como
no podía ser menos dadas las circunstancias, el papel conciliador del sacerdote
en un conflicto en el que una de las partes intenta engañar con malas artes a
otra persona de la que se quiere vengar.
0 comentarios:
Publicar un comentario