23 de abril de 2015

Testimonio de una vocación en Ecuador

Soy la hermana María Eugenia Herrera, natural de Guayaquil, Ecuador, pertenezco a la Congregación Religiosa Obra Misionera de Jesús y María.
Hice los votos temporales en el 2008 y en el 2013 hice los votos perpetuos. Estuve en Colombia seis años y llevo tres años aquí en Logroño.
Tengo tres hermanos, crecí en un ambiente cristiano, mi madre nos enseñaba a rezar y amar mucho a Dios, ya de mayor me fui apartando de la Iglesia, casi no iba a misa.
Conocí la Congregación porque las hermanas llamaron por teléfono a mi abuelita diciéndole que necesitaban una chica para trabajar en la guardería; mi abuelita me contó sobre el trabajo y yo acepté trabajar con las hermanas, sólo para poder tener dinero, comprarme ropa y darme todos los gustos que quisiera, quería ser independiente.
Un buen día estando trabajando me llamó la atención una de las hermanas, porque ella estaba ayudando a una de las chicas en la limpieza para mí era algo sorprendente. No me llamó la atención el que las hermanas nos ayudarán, si no que  yo no podía comprendía por qué la hermana ayudaba desinteresadamente, es decir sin espera ningún sueldo.
Desde aquel día me fijaba atentamente en cómo actuaban las hermanas, cómo se expresaban, cómo desempeñaban su apostolado.
Todo esto me llevó a hacerme la pregunta si me gustaría ser religiosa, pues yo pensaba formar un hogar y enseñarles a mis hijos a amar mucho a Dios: No obstante, yo quería servir al Señor eternamente y un buen día descubrí que el camino que me llevaría  a este ideal sería la vida religiosa.
No les conté nada a mis padres respecto a mi vocación ya que hubiera sido muy doloroso para ellos, les di la noticia cuando tenía todo los trámites legales para salir del país y empezar mi formación en Colombia.
Mi madre lloró mucho y yo discutí con mis hermanos porque ellos veían la vida religiosa como una carrera sin futuro, para ellos era como trabajar gratis ya que yo no aportaría nada económicamente a mi familia.
Las hermanas ayudaron mucho a mi familia para aceptar y entender mi vocación.
Ya que la vocación influye no sólo personalmente, si no también a nivel familiar, gracias a la oración logré superar diversas dificultades, porque el Señor nos sostiene en todo momento y debemos tener infinita confianza en Él.
Y así como a mí me ayudó el ejemplo de una hermana, así también nosotros debemos ser ejemplo para los demás, dando testimonio de alegría porque el Señor nos ha llamado y vive en el corazón de quien le ama.



Hna.Mª Eugenia Herrera, Abril 2015

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