21 de abril de 2015

Testimonio de una vocación de Mozambique

Buenas tardes, a todos;
Soy Hermana Custodia, de naturalidad mozambiqueña, hija única de mi madre y de una familia muy humilde. Me consagré a Dios el 1 de Febrero de 2015, es decir que llevo apenas un año como Religiosa. Ingresé en el Instituto Obra Misionera de Jesús y María como aspirante a la Vida Religiosa el 10 de Enero de 2010, dando así un nuevo rumbo a mi vida.
Os preguntaréis que fue lo que me tocó el corazón o que ocurrió para que decidiera ser monja. Mi testimonio es muy sencillo y lo contaré en breves palabras, aunque creo que para quien  nunca lo experimentó resulta un poco difícil entenderlo.
La cosa empezó así: Desde pequeña mi madre me llevaba a la “Iglesia”, y la tal “Iglesia” no tenía ni techo ni paredes, pues mi país estaba en guerra, así que los fieles se juntaban en cualquier lugar para rezar, aprovechando especialmente las sombras de los árboles. En estas capillas que nos ofrecía la naturaleza teníamos también la catequesis. Cuando tenía 9 años, una Religiosa vino a visitar nuestra pequeña Comunidad católica. Era la primera vez que veía una Hermana, pero tampoco y no entendí mucho lo que nos habló, pero si me llamó mucho la atención y empecé a sentir en mi interior unas ganas inmensas de ser como ella. Estos sentimientos nunca se los conté a nadie, pero mi catequista, que era una señora mayor, siempre me preguntaba: “Custodia, ¿Te gustaría ser Religiosa?” Yo no tenía ninguna respuesta para esta pregunta, solamente sonreía. 

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