Buenas
tardes, a todos;
Os
preguntaréis que fue lo que me tocó el corazón o que ocurrió para que decidiera
ser monja. Mi testimonio es muy sencillo y lo contaré en breves palabras,
aunque creo que para quien nunca lo
experimentó resulta un poco difícil entenderlo.
La
cosa empezó así: Desde pequeña mi madre me llevaba a la “Iglesia”, y la tal
“Iglesia” no tenía ni techo ni paredes, pues mi país estaba en guerra, así que
los fieles se juntaban en cualquier lugar para rezar, aprovechando
especialmente las sombras de los árboles. En estas capillas que nos ofrecía la
naturaleza teníamos también la catequesis. Cuando tenía 9 años, una Religiosa
vino a visitar nuestra pequeña Comunidad católica. Era la primera vez que veía una
Hermana, pero tampoco y no entendí mucho lo que nos habló, pero si me llamó
mucho la atención y empecé a sentir en mi interior unas ganas inmensas de ser
como ella. Estos sentimientos nunca se los conté a nadie, pero mi catequista,
que era una señora mayor, siempre me preguntaba: “Custodia, ¿Te gustaría ser Religiosa?” Yo no tenía ninguna
respuesta para esta pregunta, solamente sonreía.
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