Actividad
misionera en la vida y en la historia humana
8. La actividad misional tiene también una conexión
íntima con la misma naturaleza humana y sus aspiraciones. Porque manifestando a
Cristo, la Iglesia descubre a los hombres la verdad genuina de su condición y
de su vocación total, porque Cristo es el principio y el modelo de esta
humanidad renovada, llena de amor fraterno, de sinceridad y de espíritu
pacífico, a la que todos aspiran. Cristo y la Iglesia, que da testimonio de El
por la predicación evangélica, trascienden toda particularidad de raza y de nación,
y por tanto nadie y en ninguna parte puede ser tenido como extraño.
El mismo Cristo es la verdad y el camino manifiesto a todos
por la predicción evangélica, cuando hace resonar en todos los oídos estas
palabras del mismo Cristo: "Haced penitencia y creed en el
Evangelio". Y como el que no cree ya está juzgado, las palabras de Cristo
son, a un tiempo, palabras de condenación y de gracia, de muerte y de vida.
Pues sólo podemos acercarnos a la novedad de la vida exterminando todo lo
antiguo: cosa que en primer lugar se aplica a las personas, pero también puede
decirse de los diversos bienes de este mundo, marcados a un tiempo con el
pecado del hombre y con la bendición de Dios: "Pues todos pecaron y todos
están privados de la gloria de Dios".
Nadie por sí y sus propias fuerzas se libra del pecado, ni
se eleva sobre sí mismo; nadie se ve enteramente libre de su debilidad, de su
soledad y de su servidumbre, sino que todos tienen necesidad de Cristo modelo,
maestro, liberador, salvador y vivificador. En realidad, el Evangelio fue el
fermento de la libertad y del progreso en la historia humana, incluso temporal,
y se presenta constantemente como germen de fraternidad, de unidad y de paz. No
carece, pues, de motivo el que los fieles celebren a Cristo como esperanza de
las gentes y salvador de ellas".
0 comentarios:
Publicar un comentario