
Te voy a contar lo que me sucedió
una mañana.
Suelo salir a la costanera de la playa a rezar el rosario. Caminando
veo a un pobre envuelto en su frazada o manta donde prolongaba su sueño
nocturno. Al terminar el rezo, me dije, no puedo pasar de largo y regresar a
casa. Entonces me acerqué, le saludé atentamente y le invité a desayunar a la
parroquia. Me aceptó a la primera. Me contó que venía del sur desde Temuco
subido a los camiones...