Queridos sacerdotes:
Sabéis que todo lo que tiene que ver con la misión “ad gentes” me es muy querido y está muy
cerca de mi corazón. Pero, al mismo tiempo, sé perfectamente que está también
en el corazón de todos vosotros, porque nuestra Diócesis ha sido siempre
profundamente misionera y muy generosa con las misiones.
La verdad es que nos sentimos orgullosos de lo que
vamos realizando: las campañas de OMP y de las Misiones Diocesanas alcanzan
cada año un nuevo techo en la aportación económica, y es muy rica la
sensibilización que se hace en las parroquias, colegios y comunidades.
Compartir oración y dinero es necesario para poder realizar la obra misionera
que llevan a cabo las personas enviadas a evangelizar. Estas son el instrumento
que el Espíritu maneja para realizar la ansiada Nueva Evangelización. Sin
sacerdotes, así como sin religiosos y laicos misioneros, es difícil que esta se
realice.
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