4 de julio de 2011

Otra experiencia del Delegado en Burundi

Jesús Mª Peña, regresó la semana pasada de su viaje a Burundi. Compartimos alguna de sus experiencias




El calendario tiene estas cosas. Ocurre que estos días de junio, pero de 1985, viví momentos difíciles aquí en Burundi. Las circunstancias han cambiado, y 26 años después vuelvo a encontrarme a gusto en medio de los barundi que buscan la paz - amahoro - y la alegría de vivir. Pero los sangrientos acontecimientos están tan cercanos en el tiempo - las matanzas se declararon en 1995 y no volvió una cierta seguridad hasta 2006 - que no es fácil olvidarse tan pronto de ellos; de hecho en muchas conversaciones surge este tema que provoca silencio y emoción. ¿Camina Burundi hacia la Paz? Solo el tiempo lo dirá.

Kidasha era una escuelita a la que asistían una veintena de niños; se ha transformado en una iglesia que ayer se llenó para la Eucaristía que allí celebramos. Ayer también celebramos el sacramento de la Reconciliación con 1.500 adolescentes y jóvenes que preparan el sacramento de la confirmación: durante dos horas y cuarto, cinco sacerdotes escuchamos las confesiones; serán confirmados en Rwisabi el sábado 18 de junio. Hoy hemos ido a Mugogo, la nueva parroquia desmembrada de Rwisabi, en donde se han confirmado 473 jóvenes. La iglesia abarrotada de cristianos que han dejado sentir su alegría y satisfacción al volver a vernos, y nosotros la emoción que esa acogida produce. El número puede no ser importante pero es muy significativo. La población aumenta con exageración, y esto puede provocar otros problemas añadidos. Dios no quiere la miseria, y aquí se vive en la miseria. Dios quiere la dignidad de sus hijos y los hombres tenemos que trabajar por mantener viva esa dignidad. ¡Qué fácil es la reflexión desde los despachos! ¡Ojalá la buena voluntad y la inteligencia de quienes toman decisiones encuentren soluciones!

Y en esta realidad viven los misioneros. Su trabajo y búsqueda es admirable. Su manera de vivir es sencilla y cercana a los pobres. Y ahora les toca buscar soluciones para la autofinanciación de las misiones, lo cual no es nada fácil. Y ahí los tenemos, añadiendo a sus tareas evangelizadoras, otros trabajos como el cultivo de productos agrícolas, huertas, animales domésticos y otras iniciativas que les ayuden a vivir y ayudar materialmente a la población que lo desee; también eso es anunciar el Evangelio.

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