En un camino de ida y vuelta que ha
durado 21 años, Juan Pablo López Mendía salió de tierras riojanas con destino
Benín. Dos décadas más tarde vuelve a Calahorra, donde trabaja en la Parroquia
de los Santos Mártires. En ese trayecto ha participado en la última Campaña
contra el Hambre que organiza cada año Manos Unidas.
¿Qué es para usted Fô-Bouré?
Una suerte de Dios. Una suerte de Dios.
Después de 21 años allí, ¿ha pasado ya
el luto del regreso?
Hombre, yo estoy en La Rioja. Aquí se vive
muy bien, y estoy al lado de mi madre, de mis hermanos, de mis sobrinos.
¿Cuesta? Tampoco puedo decir que cueste, porque esto es lo que hay. Dios está
en todos sitios. Estaba allí y tenía una parroquia, y ahora trabajo en otra
parroquia. Cada una con su proceso de aprendizaje: allí cuatro años para
aprender la lengua, y aquí también el tiempo necesario para ver cómo va esto.
El parón por la lengua en Benín no es en realidad un parón por la lengua, es un
parón de cabeza. Por qué ríen. Por qué lloran. Qué les mueve el corazón. Dónde
tienen lo fundamental de la persona.
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