Hola amigos:
Ha llegado
el momento! Hacía tiempo que lo esperaba. Ese minuto de gracia en el que te
sientes empujado a contar cosas. Escribo llevado por el impulso de unos días
vividos intensamente en la Diócesis de
Córdoba, (en el valle de los Pedroches), con motivo de la Campaña del Domund. ¡Qué
regalo haber conocido tantas personas y familias que me han acogido en sus
casas!. ¿Quién acoge a quién en esta casa? Seguro que muchos conocéis la canción
de Luis Guitarra que acompaña las imágenes de “Mama Leonor” en los dos vídeos
que tenemos de la comunidad de vida. Se me amontonan las ideas, las caras, la
emociones porque antes de ir a Córdoba a hablar de “Mama Leonor” y a proyectar los vídeos en Colegios,
Institutos y otros grupos, había ido a Kinshasa a verlos en carne y hueso, a
abrazarlos y a dejarme abrazar por ellos.
Con la canción en la cabeza y en el corazón. ¿Quién
acoge a quién? ¿Quien abraza a quién? Se
dice pronto y parece fácil esto de acoger a alguien; casi es una frase hecha. ¡Qué
va! Empezando por lo más inmediato, lo que yo he vivido en el valle de los
Pedroches, es un verdadero regalo caído del cielo. Familias que me han abierto
sus casas y que me han hecho sentirme en familia; que han querido hacerme
compartir su intimidad con sus hijos y con sus nietos. Me han introducido en su
trabajo, en sus fiestas como el 12º
cumpleaños de Pablo en el que, con sus padres y los cuatro abuelos, nos
reunimos 13 a comer paella y cantar el cumpleaños feliz. También han querido compartir conmigo sus preocupaciones y enfermedades y han sido
tan entrañables que me han contagiado su ilusión y su entusiasmo. Ellos querían acoger al
misionero y soy yo el que me he sentido succionado a lo profundo de su espiritualidad
misionera.
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